jueves, 5 de diciembre de 2013

El mapa no es el territorio.

Manida frase, pero no por ello menos interesante. Debería convertirse en un mantra para todos. Lo que uno percibe sobre la realidad no es, ciertamente, la realidad. Pensemos en esos silbatos que los perros escuchan nítidamente y nosotros, sin embargo, no registramos.




Por otro lado, lo que conseguimos comunicar sobre nuestra percepción, sobre lo que creemos que es la realidad, no es nuestra idea, nuestra percepción sobre ella. Uno habla intentando expresar sus pensamientos, pero eso no significa que al receptor le lleguen esos pensamientos tal cual. De hecho, hay muchas interferencias de todo tipo. Así que tenemos un escenario bastante complejo para entendernos con los demás: lo que veo no es la realidad y lo que expreso no es lo que veo...

Ante este panorama podría ser buena idea consensuar ciertas normas de actuación: lo primero, no hablar de la verdad, sino de cómo yo la percibo. Lo segundo, no pensar en términos de culpa, sino de contribución y de responsabilidad (en un conflicto siempre hay dos partes). Lo tercero, separar la intención del impacto; las intenciones son invisibles.

José Samiñán

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