jueves, 11 de septiembre de 2014

En mediación es importante descubrir el "quiero" que hay detrás del "tengo que"

Pensando en los conflictos con los que me encuentro en la práctica diaria me doy cuenta de que, en numerosas ocasiones, tienen su origen en frases como "tengo que", "tienes que", "debo de” o "debes de". Cuando logramos descubrir qué "quieros" se esconden detrás de tales expresiones, la cosa cambia bastante y, a veces, cesa el conflicto en sí.
Explicarme con un ejemplo real puede ayudar: Un padre que desea fervientemente asistir al partido de su hijo que juega hoy a las 18.00 horas. A las 17.00 horas, casi al finalizar su jornada laboral, su inmediato superior le encarga un informe urgente que debe hacer antes del final del día, a pesar de saber cuál es su horario y conocer el evento de su hijo. El dilema está servido.
Pensemos opciones:
1.- El padre opta por "no discutir" y evita enfrentarse al conflicto, cede ante la orden de su superior y sacrifica su deseo, su verdadera necesidad, compartir con su hijo un momento importante para ambos. Se queda terminando el informe sintiendo una rabia incontenida. Planea cuidadosamente cómo "castigará" a su jefe al día siguiente: simulará enfermedad sobrevenida y dejará de asistir a una reunión importante para la empresa. Ya he escrito alguna vez sobre la actitud evasiva en el conflicto y las consecuencias que suele traer. Este puede ser un buen ejemplo, cómo una relación laboral se deteriora al no gestionar el conflicto de forma proactiva y directa.
2.- El padre reflexiona sus opciones:
   - "Tienes que hacer el informe" porque si no lo haces, levanto expediente de sanción por falta grave en el desempeño de tus funciones.reflexion
   - "Tengo que ir al partido de mi hijo" porque si no lo hago, se va a decepcionar.
Si me quedo atrapado en la obligatoriedad de las opciones, surge el bloqueo, me centro en lo que pienso que es mi responsabilidad y no avanzo demasiado. Cualquier opción que elija será una carga en lugar de una elección.
Analicemos las opciones conscientemente:
Ante el "tienes que hacer el informe", si le doy crédito y asumo el deber de hacerlo bajo sanción, no siento ninguna motivación que me lleve a elegir esta opción de forma voluntaria y lo haré por temor al castigo. ¿Para mí es importante evitar la sanción? En principio desconozco cuál es, aunque sé que el convenio colectivo de mi sector prevé suspensión de empleo y sueldo como sanción a las faltas graves. En este momento necesito percibir íntegro mi salario porque tengo que cubrir el pago de las vacaciones que he reservado con mi familia. Puedo verificar con mi inmediato superior qué tipo de expediente se levantaría en caso de incumplimiento y valorar consecuencias. Si, finalmente, se trata de esa sanción, y yo quiero percibir mi salario íntegro para realizar este pago concreto, acabo de transformar el "tengo que hacer el informe" por un "quiero hacer el informe" porque ello me lleva a proteger lo que deseo de verdad. Y además puedo pensar más opciones para proteger mi necesidad.
Ante el "tengo que ir al partido de mi hijo", me pregunto el motivo que me lleva a ir. Descubro que no quiero decepcionarle y que quiero que sienta que estoy cerca de él en los momentos importantes de su vida, además quiero animarle y consolarle si pierde. He vuelto a descubrir el "quiero" que se esconde detrás del "tengo que".
Ahora puedo tomar una decisión consciente, elijo lo la opción que más me convenga en virtud de la fuerza de mi necesidad y mi deseo. Y cuando elijo la opción, la ejecuto con la motivación interna que merece, olvido la queja y el resentimiento. Elijo satisfecho porque protejo mi verdadero interés asumiendo las consecuencias de la elección. Además puedo pensar más formas de proteger otras necesidades menos prioritarias, si son compatibles y evito males mayores.
Supongo que os preguntaréis qué opción tomó el padre. Fue al partido de su hijo y asumió la consecuencia prevista. Pidió a su hermano el dinero necesario para realizar el pago, o sea, buscó opciones diferentes a la considerada "normal". Era más prioritario el interés con respecto a su hijo futbolque el laboral y decidió actuar en consecuencia. Se dio cuenta de que "tener que" preservar su condición de trabajador por encima de su condición de padre era algo que había visto en su infancia, lo cargó en su mochila como una verdad incuestionable y lo llevó consigo sin analizar ni digerir hasta que llegó el día en que se percató de que era una norma ajena a sí mismo y dejó de atenderla, al menos, por sistema.
En mediación ocurre a menudo que las partes no han descubierto aún el deseo de su "tengo que" y cuando lo descubren, se dan cuenta de que no les vale tal imperativo porque no hay motivo interno para atenderlo y el conflicto puede, incluso, dejar de existir o lo transforman en una necesidad, un deseo que proteger. Cuando hablamos de necesidades, todos nos entendemos mejor porque las compartimos en otros contextos y además se abre el abanico de opciones para buscar la mejor.
Acompañar a los implicados en el conflicto a realizar este descubrimiento es apasionante y gratificante.