sábado, 30 de noviembre de 2013

La tercera parte

 
En las circunstancias actuales, se tiende a defender a  “capa y espada”  posiciones, ideas, preferencias…  intentando tener siempre razón, la cuestión traspasa el ámbito de la defensa a ultranza, cuando para realizar esta se ataca la posición de  otros.
 
Yo defiendo la mediación, porque  es un modo  de resolución de conflictos acorde con una sociedad que busca la paz, no entro en disquisiciones de si esa idea puede ser utópica y únicamente se encuentre en mi interior. Pero para que esta  contribuya al bienestar de la sociedad  donde vivo, debo exteriorizarla sin miedo, aunque otras personas puedan tacharme de idealista o  de poco práctico.
 
En  esta selva en la que algunos apartamos las ramas con cuidado, sin pisarlas, ni cortarlas, ni soltarlas al que nos precede, no podemos olvidar a quien va dirigido este proceso,  “a personas”. Quizás debamos pensar,  que existe la posibilidad de que  el mismo no afecte únicamente a las partes  presentes, sino que, hay  otras personas colaterales, que a simple vista las partes no ven  al centrarse únicamente en hacer prevalecer sus posiciones y que están afectadas por los resultados.
 

Esas personas no visibles  están ahí, por ejemplo, los menores  en  la mediación familiar,   que no son responsables y  si  son los grandes afectados de las decisiones de sus progenitores.  
 
Ya hace muchos años, cuando estudiaba en la escuela y nos explicaban los Diagramas de Venn, me parecía que todo se podía entender con la aplicación de esta teoría.
 
Pues bien, aplicándola podríamos hablar de dos conjuntos, uno de ellos es A (una de las partes con sus posiciones) el otro B (también con sus posiciones). Es decir en un primer momento cada uno en  su postura creyendo que gana él, y por tanto pierde el otro.
 

Con el proceso de mediación intentamos que ambas  partes cambien esas posiciones a intereses y que estos sean coincidentes. Aquí hay  una evolución y mejora de la situación inicial,  las dos partes ganan y  coinciden en intereses, aun conservando sus posiciones, pero aquí  hay una tercera parte, C, afectada por esta situación
 
Deberíamos avanzar y pensar en esta tercera parte, “visibilizarla” a  A y B, y conseguir llegar a un tercer estadio, en el cual  los intereses sean mayores,  ya que incluimos a C,  retirando las posturas, consiguiendo ganancias para A, B y también  para C, la gran olvidada.

 
Ricardo de Sosa
Mediación y Trabajo Social (linkedin groups Mediación UNED)



Con confianza



 
Mediar es algo que llevamos haciendo desde que el hombre es hombre. De manera informal, cada día participamos en conflictos y nos encontramos argumentando nuestra postura, ayudando a otros a que se expliquen, escuchando versiones ajenas.

Si es un proceso natural, dejemos que ocurra con más asiduidad. No por formalizar procesos, legitimarlos o normativizarlos, se pierde ese matiz innato, sigue siendo una práctica inherente al ser humano.

Cierto es que estamos en un momento social en el que el entendimiento no es lo más predominante, las críticas y juicios se han convertido en un hábito, incluso televisivo, con este medio es complicado competir. Pero yo confío en las personas, en su esencia, y en esa pureza se encuentra la inocencia y las ganas de empatizar con el otro, de conectar emociones, porque en el fondo lo estamos deseando.

Considero que hay personas más capaces que otras de sacar lo mejor del ser humano en situaciones complejas, no debería ser necesario publicitarlo, ni venderlo, sería precioso que simplemente confiásemos en estas capacidades, llevan con nosotros siempre.

Pero hoy es necesaria la difusión de la figura. Y eso asusta a la opinión pública, muchas personas miran la profesión con desconfianza, como una novedad lucrativa. Animo al lector a reflexionar: cómo prefiero que mi conflicto se solucione, por medio de una decisión externa, impositiva y coercitiva o a través de pequeños acuerdos consensuados de todo aquello que me inquieta de verdad, yo decido lo que me parece importante y yo planteo vías de solución.

Profesionalizar el acto de mediar no es más que dedicarse de forma sistemática a ello, empleando herramientas de manera efectiva y práctica. Una buena formación es importante y también lo es poseer o desarrollar determinadas cualidades intuitivas.

Hacer lo que uno sabe hacer y ponerlo a disposición de los demás es positivo y tremendamente gratificante.

Confiemos en la mediación profesional como un cauce válido de entendimiento.

Recordemos que es voluntario, tanto iniciar un proceso como terminarlo. ¿Qué se puede perder? ¿Y ganar?

Paloma Moreno-G Franco
(linkedin groups Mediación UNED)

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(Fuente: planilandiablog)


viernes, 29 de noviembre de 2013

Mediación y dogma: la manzana envenenada

Un sinfín de debates en las redes sociales y en foros profesionales, particularmente a raíz de la entrada en vigor de la ley 5/12 de mediación en asuntos civiles y mercantiles, en torno a qué es o no mediación, qué escuela y modelos formativos son o no los adecuados,  que profesiones son las idóneas para la práctica de esta modalidad ADR, etc., además de constatar que cada cual “habla de la feria como le va (o le puede ir) en ella”, no consiguen silenciar el eco de la sospecha de una respuesta negativa a esta pregunta:  ¿hablamos todos de lo mismo?

Y es que, al margen de los siempre legítimos intereses de cada cual, el término mediación puede englobar una pluralidad de ámbitos de actuación, pero la disparidad, alcance, consecuencias e implicaciones de cada uno en particular, son de tal magnitud que difícilmente pueden generalizarse conclusiones universalmente, porque lo que vale para unos no necesariamente vale para todos los demás. Y esto, que afecta a la práctica profesional, a la formación inicial, a la formación específica, a la formación permanente, a la regulación normativa, a la divulgación,…es algo que, en mi opinión, sistemáticamente se obvia en casi todos los debates. La biodiversidad es un regalo, también para la mediación. No sé por qué nos empeñamos en encorsetarla, reglamentarla, uniformarla y asfixiarla. Empecinarse en continuar hablando de mediación, obviando las particularidades de sus múltiples ámbitos, no va a clarificar el horizonte de ningún debate. 

La mediación, como procedimiento alternativo de carácter extrajudicial en su versatilidad de manifestaciones prácticas,  ha perseguido desde sus orígenes facilitar y mejorar el acceso a la justicia desde el más escrupuloso respeto a la libertad de las partes en conflicto, caracterizándose así la mediación, como un instrumento de conciliación, donde las normas dependen de los valores e intereses de las partes en un proceso informal basado en la libertad del compromiso personal.

Pero, la mediación puede ser algo más que esto. La percepción de los fundamentos para la mediación como alternativa a la controversia entre adversarios, al igual que el efecto de los convenios derivados de esta, permitiría instruir a los participantes acerca de las mutuas necesidades y ofrecer un modelo para conciliar desavenencias futuras. La mediación facilitaría un instrumento de ayuda para trabajar juntos, aislando los problemas que requieren decisiones, concluyendo que con cooperación todos pueden obtener beneficios.

A diferencia del proceso judicial, el énfasis no se hace en cuanto a quién tiene la razón o no, ni a quién gana o pierde, sino en establecer una solución práctica que satisfaga las necesidades únicas del participante. Esto nos llevaría a considerar la mediación también como un activo intangible en la resolución de conflictos. Los activos intangibles tienen su origen en los conocimientos, habilidades, valores y actitudes de las personas, se les denomina en economía Capital Intelectual. Se consideran activos intangibles las capacidades que se generan en las organizaciones, cuando los recursos empiezan a trabajar en grupo.

En este sentido, tanto las administraciones públicas implicadas en la implantación de medios alternativos para la resolución de conflictos, en sus diversos niveles: comunitario, estatal, regional y local, como los demás agentes sociales y organizaciones intervinientes, deberían comenzar a considerar a la mediación como un valor añadido en sus estrategias de acción social.
Un activo intangible de la organización social, que si es gestionado y medido convenientemente, se transforman en una fuente de ventaja convivencial sostenible capaz de proporcionar valor organizativo y traducirse en beneficios importantes para el conjunto de la comunidad. El conocimiento asociado a una persona –en este caso el mediador- y a una serie de habilidades personales y técnicas –la mediación- se convierte en sabiduría, y finalmente en conocimiento asociado a una sociedad y a una serie de capacidades organizativas que se convierten en Capital Intelectual.

Podríamos definir conceptualmente la mediación, desde la perspectiva de la  Gestión del Conocimiento, como el conjunto de procesos y sistemas que permiten que el Capital Intelectual de una sociedad aumente de forma significativa, mediante la gestión de sus capacidades de resolución de problemas de forma eficiente, con el objetivo final de generar ventajas de convivencia sostenibles en el tiempo.

En consonancia indirecta con la formulación de las teorías cuánticas formuladas por el físico Richard Feynmann en el sentido de que un sistema no tiene una sola historia, sino todas las posibles, la mediación potencialmente permitiría todas las soluciones posibles en la resolución de un conflicto.

La exigencia ética demandada por la actual crisis de valores requiere acciones que promuevan líneas de convergencia en la resolución de conflictos, en todos los ámbitos, alejadas de la confrontación. Esta demanda social, expresada con mayor o menor acierto en sus formas, entronca con el germen de una ética del futuro basada en valores universalmente reclamados como son la igualdad, la libertad, la paz, la tolerancia y la solidaridad, entre otros.

La mediación se inscribe en esta exigencia ética intercultural de resolución de conflictos, por lo que no es extraño que algunos autores encuentren paralelismos entre los principios que inspiran a este instrumento de conciliación con las formulaciones de la ética discursiva. La ética intercultural apuesta por la reconstrucción de las condiciones discursivas elementales para un diálogo basado en la reciprocidad entre diferentes modos de vida.

La ética discursiva –al igual que la mediación- considera que somos capaces de entendimiento y cuando dos partes acceden a resolver el conflicto con el instrumento de la mediación, presumimos que están dispuestas a llegar a un entendimiento. La mediación, igualmente, debe asegurarse que la resolución del conflicto sea una solución de futuro generando soluciones viables para la situación, y buscando arreglos creativos,  no sólo para resolver el problema existente, sino para establecer nuevos escenarios de acuerdos para el futuro. En definitiva, no solo resolver el conflicto, sino también prevenirlo.

La mediación ha evolucionado, en conclusión, como un instrumento de conciliación global, que puede encauzar la dialéctica de los más diversos conflictos de intereses en una praxis efectiva de resolución ética y justa de los mismos en acciones coordinadas multidisciplinares y que representa un valor añadido intangible con proyección de futuro en beneficio de la comunidad.

Pretender uniformar esta pluralidad de planos de actuación de la mediación y circunscribirla al tamiz de los estrechos márgenes de una profesión en particular, de una escuela o modalidad formativa concreta, o de una práctica determinada de llevarla a cabo, siempre excluyentes, pretendiendo ajustarla a los estándares, en una u otra dirección, que pretenden dictar algunos gurus de la incipiente mediación patria, sin saber muy bien quien, ni dónde, ni por qué se han erigido en custodios del patrón y la vara de medir de la ortodoxia, me resulta cada día más desconcertante. O quizá no.

Andrés Vázquez


jueves, 28 de noviembre de 2013

la magia de la Mediación

Una de las cosas que más me llama la atención sobre la Mediación es el proceso de cambio que va teniendo lugar en cuanto a la actitud de las partes. Al llegar a la sesión informativa, normalmente, las dos personas están circunspectas, airadas, apenas se miran; las posiciones parecen inflexibles, ambas se dirigen comentarios llenos de reproche a través del mediador y se diría, en ese momento, en la mayoría de los casos, que será imposible que accedan al diálogo y acerquen sus posturas. Los sentimientos están dañados, hay muchas emociones en juego y el motivo del conflicto hace tiempo que pasó de ser algo sobre lo que ambos opinan diferente a un asunto personal en el que el honor y el orgullo juegan un papel crucial. El problema en sí, grande o pequeño, no parece ser tenido en cuenta en relación con los demás aspectos y ámbitos de la vida. La focalización sobre la disputa es total: no existe otra cosa en el mundo, sólo este asunto que debemos resolver aquí y ahora. Además, ambas partes están totalmente convencidas de tener la razón absoluta y de que la verdad está con ellos. Tan solo es cuestión de justicia que se les devuelva lo que es suyo. El panorama es desolador, pues: intereses opuestos, posturas irreconciliables.




Sin embargo, la función se pone en marcha y según el mediador va desarrollando el proceso apoyado por sus técnicas y procedimientos, la cosa parece que se empieza a aflojar como cuando echamos aceite lubricante en un tornillo que no quiere salir. Los nervios se van calmando, la activación psicofisiológica se va regulando, las partes van bajando el tono de hostilidad, el espacio para la escucha se va consolidando y los argumentos y perspectivas de unos y de otros empiezan a materializarse y cobran cierto sentido por primera vez. De súbito, las personas se reconocen. Pueden volver a mirarse a los ojos. Han recobrado la capacidad para escuchar al otro, para intentar comprenderle y después intentar hacerse comprender. Hay respeto, diálogo, empatía, comunicación. Un peso enorme cae de los hombros; las personas estamos deseando disolver el conflicto, eliminar la disputa, liquidar las cuentas pendientes, poder dedicar nuestra energía y nuestro tiempo a otros asuntos más interesantes, más agradables. Había algo enquistado, algo quizá no demasiado importante si lo comparamos con lo que de verdad importa en la vida. Ahora sonríen, se expresan abiertamente, son libres para seguir adelante con sus vidas. Ha salido el sol.
 
La Mediación se convierte así no sólo en un método de resolución del conflicto, sino en un proceso transformacional, didáctico e, incluso, terapéutico. Me encanta cuando funciona. Es la magia de la Mediación.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Grupos de Trabajo Mediación UNED

Bienvenido

 



Mediación HUB es un espacio de coworking, una estación de enlace, acceso y recursos de los Grupos de Trabajo del Programa modular de Mediación UNED, que se gestaron en las Jornadas de Mediación del 2 y 3 de octubre de 2013, celebradas en Madrid, en modalidad presencial y online, desde las Facultades de Derecho, Ciencias Políticas y Sociología de esta Universidad.

Se configura como un área virtual, nodo de comunicaciones y recursos colaborativos abiertos, que permitan enlaces a redes de la web 2.0, actuando como vector para la difusión y divulgación de la mediación como modalidad alternativa y complementaria para la resolución no adversarial de conflictos.

Este blog, integrado en el portal web de Mediación HUB, se presenta también como un punto de encuentro donde las personas interesadas en la mediación puedan encontrar información y documentación, promoviendo el intercambio de opiniones y el debate sobre aspectos técnicos y deontológicos de esta disciplina con otros profesionales y expertos en ADR y ODR, conocer sus iniciativas y proyectos, brindando la oportunidad de compartirlos y poder sumarse a ellos. 

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