jueves, 28 de noviembre de 2013

la magia de la Mediación

Una de las cosas que más me llama la atención sobre la Mediación es el proceso de cambio que va teniendo lugar en cuanto a la actitud de las partes. Al llegar a la sesión informativa, normalmente, las dos personas están circunspectas, airadas, apenas se miran; las posiciones parecen inflexibles, ambas se dirigen comentarios llenos de reproche a través del mediador y se diría, en ese momento, en la mayoría de los casos, que será imposible que accedan al diálogo y acerquen sus posturas. Los sentimientos están dañados, hay muchas emociones en juego y el motivo del conflicto hace tiempo que pasó de ser algo sobre lo que ambos opinan diferente a un asunto personal en el que el honor y el orgullo juegan un papel crucial. El problema en sí, grande o pequeño, no parece ser tenido en cuenta en relación con los demás aspectos y ámbitos de la vida. La focalización sobre la disputa es total: no existe otra cosa en el mundo, sólo este asunto que debemos resolver aquí y ahora. Además, ambas partes están totalmente convencidas de tener la razón absoluta y de que la verdad está con ellos. Tan solo es cuestión de justicia que se les devuelva lo que es suyo. El panorama es desolador, pues: intereses opuestos, posturas irreconciliables.




Sin embargo, la función se pone en marcha y según el mediador va desarrollando el proceso apoyado por sus técnicas y procedimientos, la cosa parece que se empieza a aflojar como cuando echamos aceite lubricante en un tornillo que no quiere salir. Los nervios se van calmando, la activación psicofisiológica se va regulando, las partes van bajando el tono de hostilidad, el espacio para la escucha se va consolidando y los argumentos y perspectivas de unos y de otros empiezan a materializarse y cobran cierto sentido por primera vez. De súbito, las personas se reconocen. Pueden volver a mirarse a los ojos. Han recobrado la capacidad para escuchar al otro, para intentar comprenderle y después intentar hacerse comprender. Hay respeto, diálogo, empatía, comunicación. Un peso enorme cae de los hombros; las personas estamos deseando disolver el conflicto, eliminar la disputa, liquidar las cuentas pendientes, poder dedicar nuestra energía y nuestro tiempo a otros asuntos más interesantes, más agradables. Había algo enquistado, algo quizá no demasiado importante si lo comparamos con lo que de verdad importa en la vida. Ahora sonríen, se expresan abiertamente, son libres para seguir adelante con sus vidas. Ha salido el sol.
 
La Mediación se convierte así no sólo en un método de resolución del conflicto, sino en un proceso transformacional, didáctico e, incluso, terapéutico. Me encanta cuando funciona. Es la magia de la Mediación.

1 comentario:

  1. Es esa magia la que me atrae del proceso, como de repente tras malabarismos de cada una de las manos ( las partes) , apare la paloma blanca de la resolución o del camino para ello, ha sucedido el cambio, la transformación, el avance buscando el futuro y huyendo del pasado.

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