Manida frase, pero no por ello
menos interesante. Debería convertirse en un mantra para todos. Lo que uno
percibe sobre la realidad no es, ciertamente, la realidad. Pensemos en esos
silbatos que los perros escuchan nítidamente y nosotros, sin embargo, no registramos.
Por otro lado, lo que conseguimos comunicar
sobre nuestra percepción, sobre lo que creemos que es la realidad, no es
nuestra idea, nuestra percepción sobre ella. Uno habla intentando expresar sus
pensamientos, pero eso no significa que al receptor le lleguen esos
pensamientos tal cual. De hecho, hay muchas interferencias de todo tipo. Así
que tenemos un escenario bastante complejo para entendernos con los demás: lo
que veo no es la realidad y lo que expreso no es lo que veo...
Ante este panorama podría ser buena idea
consensuar ciertas normas de actuación: lo primero, no hablar de la verdad,
sino de cómo yo la percibo. Lo segundo, no pensar en términos de culpa, sino de
contribución y de responsabilidad (en un conflicto siempre hay dos partes). Lo
tercero, separar la intención del impacto; las intenciones son invisibles.
José Samiñán
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