De profesión: "mediadora".
Me
cuesta encuadrarlo como tal. Para mí, la mediación es una consecuencia
más de un estilo de vida concreto, una filosofía que engloba más que una
técnica o un conjunto de estrategias. Mediar requiere un convencimiento
personal de lo que se está haciendo, una certeza absoluta de que
acompañar a los mediados a descubrir las necesidades más prioritarias en
un momento determinado es vital. Y para todo ello es considero preciso e
imprescindible una profundización personal de mis propias necesidades.
¿Cómo acompañar a alguien
en su descubrimiento si no me he ocupado de mi autoconocimiento de una
forma profunda? No conozco manera. Evitar mi proyección personal en el
mediado sólo puedo lograrlo conociendo los resquicios más enrevesados de
mi interior. Y esto forma parte de un proceso continuado que se va
transformando día a día. Bucear puntualmente en mi interior no basta, es
algo que necesito hacer en todo momento convirtiendo esta práctica en
mi forma de vida. Así puedo estar al lado de quien necesita indagar
sobre sus sentimientos y prioridades para hacer lo que necesita y no
otra cosa.
Imparcialidad
y neutralidad. Si no tengo bien clara mi parte, es fácil embarrar el
camino del otro. Imposible ser neutral y menos imparcial.
Objetividad.
En esto tengo yo más dudas, porque soy un sujeto, no un objeto. Creo
que objetivos 100% no podemos ser, pero sí puedo alcanzar un grado de
objetividad elevado si soy capaz de separarme de lo puramente mental.
Esta es una manera de verlo muy personal, cuando logro, por momentos
cada vez más frecuentes, escaparme del intelecto, estar simplemente
presente, empatizando de verdad, veo la diferencia de mi resultado. Es
fascinante y no hay técnica para ello.
Podremos
saber miles de estrategias, conocer herramientas que son fructíferas,
sí que lo son, pero sólo la técnica no vale. Y para llegar a este estado
de trascendencia de lo puramente mental, es preciso el trabajo
personal.
Por
eso me cuesta etiquetar la mediación como profesión, en mi caso
personal, es mucho más que eso, es una consecuencia de una filosofía de
vida de la que no me bajo.
Estoy
un poco cansada de tantos y tantos comentarios sobre esta profesión,
sobre la formación que es necesaria recibir, sobre todas las
expectativas que se están depositando en esta "nueva" área de negocio.
No, me temo que esto no va por ahí, siento decepcionar a todo aquel que
considera que esta es una nueva vía de lucro.
Es
algo más potente, se trata de una cultura de paz, de un empoderamiento
constante, de un trabajo rotundo de autodescubrimiento, de una asunción
de responsabilidades personales a todos los niveles, de un comprenderse
para comprender, de una limpieza diaria de nuestro canal personal para
mantener abierta la red de canales con todo el que nos rodea.... Es algo
realmente impresionante como para pretender encuadrarlo, limitarlo,
regularlo, tratar de atascarlo o de orientarlo hacia donde no es su
estado natural.
No
comprendo el circo que se está montando en torno a esto, soy la primera
que difundo esta cultura de paz, pero no estoy dispuesta a participar
de este "boom" mediático que se está fraguando. Tampoco me apetece la
crítica constante, desgasta mucho, sigo por mi caminito de difusión, a
mi manera, esperando sembrar algo de lo que vivo a diario, algo que
siento profundamente.
Reflexiono
en este momento de qué trenes apearme porque no me conducen a lo que
necesito. Creo que seguiré por la vía que conozco, pacífica, sin hacer
demasiado ruido, quizás, no sé bien aún, el sentimiento que tengo
siempre me da la pista y me indica cuándo voy por donde quiero o no.
Ahora toca depurar caminos y quedarme con el mío.
¿Profesión? No. Rotundamente no.
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