¿Puedes analizar y proponer vías de
solución en situaciones divergentes cuando sientes que algo más allá que
tú mismo domina el momento y no deja ver de forma nítida?
El ego… ese gran inquisidor e inevitable visitante en nuestras vidas.
Pues
no hay forma de librarse de él, y es que quizás no haya que hacerlo,
ahí puede estar nuestro desgaste inadecuado. Inmersos en nuestras vidas,
en procesos complicados que acechan nuestra paz y tranquilidad, aparece
esa gran temida figura en forma de fantasma que amenaza con
desbaratarlo todo. Luchamos en vano por enmascararlo, aniquilarlo,
enterrarlo en lugares muy lejanos para no descubrirlo nunca más, pero es
muy fuerte y no desaparece. Su rayo desmorona todo aquello que lo
oculta, nada, no hay forma. Pues pasa, quédate, siéntate aquí, en este
hueco y deja que te examine por completo.
¿Y si le integramos? Igual es mucho más
fácil convivir con él si aceptamos eso que tanto nos incordia y seguimos
firmes en nuestro objetivo más puro.
¿Prefieres imponer? Yo te muestro el argumento y la razón;
¿Vives para sobresalir? Ven y prueba la humildad;
¿Ríes con falsedad? Desnuda el miedo y reirás con el corazón;
¿Necesitas alimentarte de la imagen
personal? Genial, no olvides que al otro lado estoy yo y cuando nadie
mire ya, te estaré contemplando.
Entonces, ¿nos aliamos?
Ahora ya puedo situarme en el conflicto,
puedo sentarme frente al otro y buscar una solución, trataré de
reconocer su ego cuando quiera imponer, ahora le comprendo, ya sé cómo
neutralizar y llegar a su inocencia.
¿Solucionamos?
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