Hoy
se habla de mediación en casi todos los ámbitos sociales y personales y
escucho o leo opiniones para todos los gustos. Bajo mi punto de vista, a
veces se malinterpreta el papel de mediador y se me vienen a la cabeza
algunos principios que necesariamente existen en un proceso de mediación
formal y es lo que lo diferencia de otro tipo de intervención informal.
He seleccionado algunos ejemplos de situaciones diarias en los que podemos sentirnos identificados, aconsejando, opinando y/o posicionándonos, para entender mejor la necesidad de ciertos principios que rigen un proceso de mediación, a ver si os parecen ilustrativos:
"Tenéis que llegar a un acuerdo, no podéis seguir así".
Es cierto que es un deseo que a menudo expresamos cuando observamos un
conflicto cotidiano. Pero no debemos olvidar que la mediación es un proceso voluntario,
esto es, las partes participan de forma libre y sin coacción y en
cualquier momento pueden retirarse del proceso. No obstante, como a mí
me gusta integrar y entiendo ese deseo que expresamos tanto, diría que
la voluntariedad no está reñida con una buena exposición de los
beneficios que conllevan llegar a acuerdos. ¿Que si debe ser obligatoria
la sesión informativa? Aunque en principio no soy partidaria de obligar nada a nadie,
confío plenamente en la magia de una buena mediación y es una figura que
seguro acabará impregnando a la sociedad, no tengo clara mi postura en este momento. Es posible que sea una vía para dar a conocer la existencia del proceso de mediación aunque también es posible que la obligatoriedad de la sesión informativa produzca rechazo.
"Bueno, yo creo que ella tiene razón en lo que te está diciendo".
Somos humanos y en el día a día hay veces que, en las discusiones que
presenciamos, entendemos a una de las partes casi sin esfuerzo.
Informalmente, caemos en la mimetización con quien consideramos que
tiene razón y esto impide que la otra parte se sienta cómoda y libre
para exponer su postura. En el proceso formal, el mediador es necesario
que sea imparcial y neutro, para que el equilibrio exista y la efectividad de los acuerdos quede más asegurada.
"Date cuenta de que hace unos años viviste algo parecido con otro de tus jefes y te equivocaste". En
mediación formal, cualquier conocimiento anterior al momento del
conflicto actual, puede condicionar de forma trascendente el resultado.
Un consejero matrimonial, amigo, terapeuta o abogado anterior puede
intervenir de manera poco objetiva e interferir en la libertad de las
partes.
"Mira, yo te aconsejo que....".
Es tentador en una disputa cualquiera. Pero si nos colocamos en nuestro
papel formal, lo que pretendemos es que cada uno logre tomar sus
propias decisiones contando con toda la información posible para ello. Fortalecemos sus capacidades para que el resultado sea lo más personal y duradero posible.
Desde
luego, hay más principios que rigen una mediación formal,
confidencialidad, velar por los intereses mutuos, considerar las
necesidades de todos los mediados... pero me parecía importante hablar
de estos concretos y otorgar al proceso la diferenciación que merece.